''Lo que te prohibieron, lo que te dieron, lo que te obligaron a aceptar y lo que te arrebataron crean tu propio carácter''
Albert Espinosa
Al igual que
una rosa, se hacía ver como inaccesible.
Protegiéndose tras sus espinas, mostrándose solo en la distancia, escondiéndose tras su aspecto desenfadado, sereno, estable... formando parte de una multitud. Siendo una bella y normativa flor más en mitad de un enorme jardín.
Su único objetivo era pasar desapercibida. Mirando la vida desde la seguridad de sus pétalos, los cuales escondían todo lo que realmente sentía, sus sueños perennes que no se atrevía a perseguir; escondiendo aquel miedo a que descubrieran que no era una rosa acendrada.
Pero lo que esa rosa no pensaba, es que ya la veían. Observó que sus espinas no dolían cuando permitía que la quisieran, cuando el observar realmente como era, podía ser uno de los mayores descubrimientos; y que sus pétalos se abrían cuando respiraba; al permitirse ser.
En ese momento aprendió que lo que un día creyó que eran espinas, no eran más que simples aguijones; que no formaban parte de ella, podía liberarse de ellos; y de todo lo que le hacían sentir.
Creía que su tallo caía porque el peso de sus inseguridades era demasiado insoportable; en vez de pensar que solo estaba descansando.
Pues la rosa
no podía morir, era inmarcesible.